La pista acaba en una zona conocida como la presilla, supongo que la pequeña presa que retiene las aguas del arroyo es la que da nombre al lugar. En este punto es donde se cruza el arroyo y se toma el sendero que lleva al Zalama y que atraviesa la cascada de Rebedules, pero llevaba tanta agua que me resultaba imposible cruzar sin peligro de resbalar, así que la visita a la cascada la dejo para otro día, aunque la misma es perfectamente visible desde la pista, e impresiona, porque aunque no sea una cascada vertical se ve perfectamente cómo se desploma el agua por la fortísima pendiente de la ladera salvando mas de 300 metros de desnivel.
Desechada también la posibilidad de llegar a la cascada ya sólo quedaba la opción de explorar el arroyo y el barranco del Pozo Negro. Justo por debajo de la presa ya hay un salto de agua que merece unas fotos, pero algo más arriba se atisba otro salto más grande. Tras acercarme hasta ese punto vuelvo a la presilla y comienzo el descenso lo más cerca que puedo del arroyo para ver otra bonita serie de saltos de agua y toboganes que la erosión ha ido formando en la roca. Es un lugar realmente bonito y que merece la pena ver, pero hay que tener muchísimo cuidado. El caudal de agua, lo resbaladizo del terreno debido a la gran humedad y la fuerte pendiente lo hacen peligroso, así que hay que ser consciente de donde se mete uno.
Ruta de las cascadas: CLICAR AQUÏ.
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